 Crónica de viaje por Pierre 
Antoine Cabrel
Crónica de viaje por Pierre 
Antoine Cabrel
Recuerdo esa mañana cuando 
llegando a mi oficina en las instalaciones de Le Monde Diplomatique en París, 
recibí de manos de mi secretaria un sobre que, según ella decía, provenía del 
gobierno de Eritrea. Me sorprendió mucho aquel recibimiento, y creo que la 
curiosidad que sentí por saber que contenía aquel documento y descubrir porqué 
era yo su destinatario, fue algo que jamás había experimentado en mi vida.
Le di las gracias a mi secretaria 
y me apresuré a entrar en mi oficina. Busqué en el cajón de mi escritorio algo 
que me sirviera para abrir el sobre. Mientras lo hacía, me percaté que era poco 
lo que conocía de aquel país. Entre algunos datos generales recordaba que había 
proclamado su independencia hacía pocos años de Etiopía, en 1993, y que 
perteneció al Reino Colonial Italiano. Asimismo, tenía presente sus guerras con 
la mayoría de sus vecinos, especialmente por problemas 
territoriales.
Finalmente, pude abrir el sobre. Este contenía una carta que más o menos decía lo siguiente. Estimado Pierre Antoine Cabrel, reciba un cordial saludo en nombre de su Excelencia Isaias Afewerki, presidente del Estado de Eritrea. El gobierno de su Excelencia, por intermedio del Ministerio de Turismo, lo ha escogido a usted para que haga parte de un selecto grupo de periodistas y políticos de todo el mundo que han sido invitados a nuestro país con el objetivo que conozcan los avances y progresos que se han desarrollado en los últimos años en materia de seguridad, y puedan admirar las bellezas naturales y arquitectónicas de nuestro Estado, para poder posicionar a Eritrea como uno de los mayores destinos turísticos de África.
La carta seguía diciendo lo 
siguiente: es de vital importancia contar con usted, y no está de más aclarar 
que todos los gastos corren por cuenta nuestra. Adjunto estaba un pequeño 
folleto que tenía unas bellas imágenes que jamás pensé que fueran de ese país. 
Magníficas playas, edificios de espectacular diseño, en fin. Pensé, “sólo hace 
falta un sí para tener gratuitamente una experiencia inolvidable”. Finalmente, 
la  carta concluía: en caso que su 
respuesta sea afirmativa, por favor comuníquese a éste teléfono, (no es 
relevante que lo coloque). Allí recibirá las instrucciones correspondientes para 
tener una bella experiencia en el Estado de 
Eritrea.
Así las cosas, haciendo caso omiso a mis temores, tomé el teléfono y llamé al número indicado. Pocos días después estaba aterrizando en el Aeropuerto Internacional de Masawa. Curiosamente, no pudimos arribar al aeropuerto de la capital, el Aeropuerto Internacional de Asmara, porque éste no cuenta con la capacidad para que aviones grandes aterricen allí, por lo que estos tienen que hacerlo en Masawa. Sin embargo, haber llegado a esa ciudad nos dio la oportunidad de conocerla y apreciar su belleza.
Había un grupo bastante grande de invitados, quienes fuimos recibidos por un comité de varios funcionarios del Ministerio de Turismo de Eritrea. La tarea principal de ellos era conducirnos en nuestro viaje. Inicialmente, en Masawa, visitamos distintos lugares históricos, como la mezquita Sheik Hanafi, el Bazar, joya sobreviviente de la dominación otomana en esas tierras, el Palacio Imperial y la Catedral de Santa María. Todos sitios espectaculares, y de paso obligado para cualquier turista que llegue a Eritrea
             Ø  
Centro Histórico de Masawa
           Ø  
Folleto enviado por el gobierno 
eritreo
.jpg) Después de permanecer unos días en Masawa, partimos 
rumbo a Asmara, la capital del país. No obstante, sería injusto no mencionar que 
el camino entre las dos ciudades está lleno de sorpresas para el visitante: la 
ruta ascendente para llegar a la capital, ubicada a unos 2000 metros sobre el 
nivel del mar, según lo que nos dijo el guía, lleno de curvas sobre terrenos 
empinados, deja presenciar el desierto costero de Eritrea y el Mar Rojo en una 
hermosa simbiosis. También, cabe decir que en el camino nos encontramos el 
monasterio ortodoxo de Debre Bizen, uno de los más conocidos en el país, ubicado 
en la cima de la montaña que lleva el mismo 
nombre.
Después de permanecer unos días en Masawa, partimos 
rumbo a Asmara, la capital del país. No obstante, sería injusto no mencionar que 
el camino entre las dos ciudades está lleno de sorpresas para el visitante: la 
ruta ascendente para llegar a la capital, ubicada a unos 2000 metros sobre el 
nivel del mar, según lo que nos dijo el guía, lleno de curvas sobre terrenos 
empinados, deja presenciar el desierto costero de Eritrea y el Mar Rojo en una 
hermosa simbiosis. También, cabe decir que en el camino nos encontramos el 
monasterio ortodoxo de Debre Bizen, uno de los más conocidos en el país, ubicado 
en la cima de la montaña que lleva el mismo 
nombre.
  Ø  
Camino entre Asmara y 
Masawa
   Ø  
Monasterio Drebe Bizen
Después de un extenuante viaje, 
finalmente llegamos a Asmara, donde me sentí en una ciudad italiana. Lo primero 
que hicimos una vez estuvimos allí, fue hospedarnos en el Hotel Asmara Palace, y 
aquí un comentario personal: de los mejores en los que he estado. Al día 
siguiente, nos dirigimos a conocer la ciudad, donde presenciamos la espectacular 
arquitectura de sus edificios, que combinan diferentes estilos, desde 
neoclásicos hasta futuristas, como el edificio Fiat Tagliere. También, pudimos 
ver la influencia italiana con las diferentes iglesias católicas que hay en la 
ciudad, una de las más importantes la catedral: San José.  
  Ø  
Hotel Asmara 
Palace
Al regresar al hotel ese día, el 
Ministerio de Turismo nos tenía una sorpresa: habían mandado a preparar 
distintos platos típicos del país para que los pudiéramos degustar. Estaban 
algunos que, según nos explicaron, eran típicos de las tierras bajas, siendo el 
Akelet uno de los más populares. Este consistía básicamente en avena cocida, 
untada con mantequilla y salsa berbere, una especie de condimento. Lo 
acompañamos con yogurt. 
Luego, nos dieron platos de las 
tierras altas, que básicamente consisten en guisados o estofados de vaca, cerdo, 
pollo o cordero, un poco picantes por cierto, que se acompañan con el injera, 
una especie de crepe o tortilla que según nos explicó el guía, puede ser 
elaborado con trigo o sorgo. También, estos platos son comidos con el berbere. 
Otra delicia típica de los eritreos es el hilbet, hecho con lentejas, y se 
asemeja a una pasta.
   Ø  
Plato Típico. Los estofados son casi siempre 
acompañados con el injera.
A la mañana siguiente, luego de 
nuestro “festival gastronómico”, fuimos a visitar más lugares en Asmara. Me 
sorprendió mucho el Cinema Imperio y el edificio Fiat Taglieri, diseñados por 
arquitectos italianos, con un estilo futurista. Asimismo, el palacio 
presidencial de la ciudad, con su estilo neoclásico, descresta a cualquier 
visitante. 
Finalmente, nuestro viaje culminó, 
pero dejando el anhelo de regresar. Evidentemente el propósito del gobierno 
eritreo se cumplió, o por lo menos en mi caso, ya que al día siguiente me 
encontraba escribiendo un artículo en Le Monde sobre la belleza de Eritrea. Para 
concluir, debo hacer algunas recomendaciones al 
visitante:
·         
Se 
habla árabe y tigriña, pero puede comunicarse en inglés, italiano y a veces, 
francés.
·         
La 
moneda es el Nafka. Un dólar equivale a 15 Nafkas. Por si lo necesita su código 
es ERN.
·         
Es 
obligatoria la vacuna contra la fiebre 
amarilla.
·         
Debe 
declarar las divisas cuando llegue.
·         
Para 
los europeos, la embajada en Bruselas expide 
visas.
·         
¡DISFRUTE AL MÁXIMO UN PAÍS 
MARAVILLOSO!
Fuentes:






 
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